Recogido, poema de Jaime Colson
¡Dios Grande, Dios Omnipotente, Dios Único, Dios Magnánimo, Dios Olvidado de todas las ofensas. Padre, hermoso, amigo y Señor Nuestro, Dios humilde, Dios hombre y todas las cosas.
Lumbrera de mi oscuridad, lucero de mi noche, galardón inmerecido, alabado y bendecido sea tu nombre; exaltada sea tu memoria y glorificada tu presencia. Callen vientos, enmudezcan ruidos, perezcan maledicientes.
Solo tú eres grande, invencible y fuerte.
Dios de los Ejércitos; desde el gusano inmundo hasta la excelsa paloma, todos alabarán tu nombre, alábante los ángeles, alábante los santos, alábante los miserables hombres de la tierra.
¡Santo, Santo, Santo! Exaltado sea por los siglos. Amén.
¿Quién soy yo para que ose rememorarte?
¡He aquí que me atrevo!
Yo gusano vil, cubierto aún de la suciedad que me agobia, oso invocarte nombre augusto. Ten piedad de mí, Señor, compadécete de los que como yo pudieron seguir los negros caminos de la muerte, ilumina a aquellos a quienes no ha llegado aún la luz de tu misericordia. Ten piedad de las tinieblas y también del meridiano y de la ausencia; porque un día clamarán todos.
¡Hosanna, Hosanna, Hosanna en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!